sábado, 30 de enero de 2010

El hombre verde


Había una vez un hombre verde, que vivía en una casita verde, en un hermoso prado salpicado de margaritas. El hombre cuidaba con esmero las plantas, y la naturaleza le recompensaba generosamente. Al atardecer, cuando ya había acabado sus tareas, le gustaba descansar a la orilla de un río de aguas doradas, sentir la suave brisa en su cara y admirar los barcos dorados, cargados de tesoros, que navegaban desde lejanos y extraños lugares.
Un día, mientras contemplaba las bellísimas aguas doradas, no pudo resistir la tentación y metió la mano en el agua.
--¿Qué haces, insensato?-- le increpó un marinero desde un barco--¿Acaso no sabes que el agua dorada destruye a la gente verde?
--Sí, lo sé--dijo el hombre mientras su mano, teñida de dorado, resplandecía a la luz del crepúsculo, lanzaba hermosísimos destellos y se iba fundiendo--pero es tan bonita...
--¡Ay!--suspiró el marinero--si yo pudiera pisar, tan sólo por un instante, la verde hierba...

Siempre deseamos aquello que no tenemos.

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