martes, 20 de octubre de 2015

NOMEOLVIDES AZUL COMO EL CIELO



Hace mucho tiempo vivía un gran sabio en la montaña. Dormía en una cueva, vestía una vieja túnica, se alimentaba de los frutos del bosque y bebía agua de un arroyo cristalino.
La fama del hombre sabio se extendió por la comarca y muchas personas venían para consultarle sobre diferentes cuestiones y sus respuestas eran siempre sagaces y prudentes.
Un ejército extranjero empezó a asolar la región, destrozando poblados y cosechas, la gente huyó hacia la montaña del hombre sabio, buscando su protección y sus consejos.
Cuando el jefe supo de la fama de la sabiduría del anciano, quiso conocerlo. Se plantó ante él con su armadura, vencedora en mil batallas.
--Tengo tierras, riquezas y mujeres que he conquistado con mi fuerza. ¿Qué tienes que decir a eso?
--Nomeolvides.
--He vencido en mil batallas. Los hombres me temen y las mujeres me obedecen. ¿Qué tienes que decir a eso?
--Nomeolvides.
El guerrero sacó su enorme espada y de un solo tajo le cortó la cabeza al anciano.
Luego se marchó y la gente del pueblo entre sollozos enterró al hombre sabio a la entrada de su cueva. En su tumba empezaron a crecer delicadas flores de color azul.
--Nomeolvides—murmuraban los habitantes del lugar y explicaban una y otra vez la historia del hombre sabio, sus enseñanzas y sus consejos.
Cuando el guerrero dormía en su cama, tres de sus generales le atacaron y le cortaron la cabeza. Luego se repartieron sus riquezas y sus tierras. Y su nombre desapareció como la arena en el desierto.






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